Este sábado, Atlético Pilares descendió a la “B” tras una docena de años jugando en la máxima categoría del fútbol local. Y no fueron solo años, sino que fueron grandes años, en lo deportivo e institucional.
Luego de ser fundado en 2010 y ascender a la “A” en 2011, conquistó los Clausura de la “A” en 2012 y 2013, se mantuvo en 2014 y 2015 (ese último año se salvó en el Hexagonal), se consagró en 2016, goleando a Rincón del Atuel en una final disputada en un Pretel Hermanos repleto, fue subcampeón en 2017 y 2018 detrás del Verde, y tercero en 2019. En 2021 culminó antepenúltimo y en 2022 octavo.
Además, fue finalista del torneo paralelo 2018, certamen en que perdió en un triangular final con Sportivo Balloffet (campeón) y Rincón del Atuel, subcampeón.
Asimismo, disputó el Torneo del Interior en 2013 y 2014 (perdió en la final con Sportivo Balloffet por penales), el Federal “C” en 2015 y 2017 (cayó en semifinales con La Libertad de Rivadavia), y el Regional Federal Amateur 2019.
A la par, como ya dijimos, creció en lo institucional con su predio ubicado en calle Los Dos Álamos, jugando allí por primera vez en 2018, y promovió a varios y muy buenos jugadores; de hecho, en la última temporada afrontó el torneo con mayoría de futbolistas surgidos en la institución.
Tras el primer tropezón grande de su historia, el Religioso buscará levantarse y volver pronto a la máxima categoría. Tiene con qué.
Por Roberto Bravo.