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Un reglamento para todo

Vivimos un semestre donde, hacia el final del mismo, habrá cambios en la A.F.A. y, consecuentemente, en el Consejo Federal. Ello se traducirá en distintas acciones que, nos ilusionamos, corrijan tanto desacierto para con el fútbol del interior, que es lo que siempre nos preocupa y ocupa.

Pero lo primero (y ya considerando como único al fútbol de todas y cada una de las categorías) es frenar la violencia: de afuera y de adentro; de las tribunas y adyacencias de los estadios y del campo de juego. Esto será posible con la participación del estado (como ya sucede con el Ministerio de Seguridad) y el compromiso de la dirigencia de los clubes para erradicar barras bravas y sus negocios. Para tal fin, será necesario modificar estatutos y reglamentos.

Pero no solo para eso. Por ejemplo, el Artículo 220 del Reglamento de Transgresiones y Penas del Consejo Federal autoriza al Tribunal de Penas a reducir a la mitad las penas a los expulsados cuando los certámenes son cortos (por caso, el actual Federal “C”).

Tal permisividad va en sentido contrario al juego limpio que solo es posible cuando las penas hacen pensar en las consecuencias posteriores.

Para desalentar brusquedades y violencia, el reglamento debe ser uno aplicable en todos los casos. Inclusive, en partidos amistosos.

Por Roberto Armando Bravo.

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