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Educación sexual en serio

En 2006, el Congreso argentino sancionó la Ley de Educación Sexual Integral. Los fundamentos de sus impulsores fueron disminuir los crecientes casos de embarazos precoces y enfermedades de transmisión sexual.

Nueve años después, pese a la capacitación y esmero de los educadores para transmitir en las aulas, no se logró el objetivo.

De por sí, el nombre de la ley apuntó solo al acto sexual.

Hay otros aspectos que intervienen en la relación de los jóvenes: los emocionales (conocerse, comprenderse, respetarse), los psicológicos (sentir, pensar) y los sociales (comportamientos establecidos).

Este conjunto se llama sexualidad y va mucho más allá de la mera obtención de placer sexual.

Para que una relación tenga futuro se deben vivir diversas etapas antes del coito.

Hay chicos que reciben educación en el seno de la familia.

Otros no. La orientación debe apuntar a ellos.

Y respecto de las enfermedades transmisibles, deben ser médicos los que instruyan y adviertan.

Esto porque uno tiene la sensación de que muy pocos jóvenes (mujeres y hombres) conocen qué es y cómo afecta el Virus del Papiloma Humano, por ejemplo.

En definitiva, educar en sexualidad es proporcionar herramientas para el cuidado antes que para modelar comportamientos.

Por Roberto Armando Bravo.

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