No hay nada que descifrar, no hay misterios a la hora de buscar el porqué de tamaño apoyo: la gente “tenía plata” y el equipo andaba bien.
Salvo el primer partido (buen triunfo de local ante uno de los candidatos -Alianza de San Juan-), la Primera Rueda (jugando con Gimnasia y Esgrima, Huracán Las Heras, el Huracán “puntano” y Aviador Origone, también de San Luis) fue floja.
Para la ronda de los desquites se fue Eleazar Tercilla y vino José Carlos Magliolo, se consiguieron más puntos y la clasificación, en un inolvidable cotejo ante Gimnasia en el Gigante de Pueblo Diamante y ante un lleno total.
Al Globo le alcanzaba con un empate para acceder a los zonales; al Lobo solo le servía ganar. Como era de esperar, los del Parque General San Martín asumieron la iniciativa pero, demostrando un planteo muy inteligente, Huracán lo contuvo bien y, cuando su defensa fue desbordada, apareció la figura del partido: Fernando Castillo. El arquero, tal vez en una de las mejores entre tantas buenas actuaciones, sencillamente atajó todo lo que le tiraron.
El Globito debió jugar las finales, por la Zona Sudoeste, frente a un bonaerense: Belgrano de San Nicolás. En la ida tenía todo prácticamente controlado y recién perdió sobre el final (quedó demostrado cuánto le duelen los campos barrosos» a equipos de zonas donde, como la nuestra, llueve poco).
Remontar el 0-2 adverso le iba a resultar muy complicado y así resultó: solo empató 1-1.
Así se diluyó una posibilidad muy concreta de ascenso al Nacional B, pero ¡Cuánta gente!
Por Roberto Bravo.