in

Perón: aquel primero de julio

No debiera haber sorprendido; estaba muy grave. Sin embargo, el deceso de Juan Domingo Perón conmocionó a la sociedad Argentina de hace 42 años, sin distinción de banderas políticas.

Aquel lunes, los sanrafaelinos se desperezaban de un fin de semana con mufa: en el Mundial de Alemania, la Selección Nacional había perdido con Brasil y archivado toda aspiración. El último cotejo frente a Alemania Oriental (el miércoles siguiente) se disputaría solo para completar el fixture. Todo se había vivido con la pasión que despierta el fútbol y «en vivo y en directo» por Canal 6. Un verdadero acontecimiento: por primera vez podíamos ver el certamen ecuménico.

Pasado el mediodía, se concretó lo que las radios chilenas (de gran penetración aquí) habían rumoreado por la mañana: la inminente muerte del General. Todo se paralizó. Esa tarde, el centro no fue centro. La mayoría de los comercios no abrieron sus puertas. Tampoco La París que era un punto de encuentro donde la aguja de las charlas y discusiones sobre política picaba bien alto. En cada esquina, pequeños grupos que crecían con el correr de los minutos comentaban el hecho; un país convulsionado y sin conductor se asemejaba a un barco a la deriva.

Los dos días que siguieron se caracterizaron por una estación de trenes repleta, no solo por Compañeros; también había Radichetas, Gansos, Socialistas, Comunistas y otros: partían viajes gratis hacia Buenos Aires para darle el último adiós a quien fuera tres veces presidente de la nación. Muchos viajaron casi en el estribo y no pocos se quedaron con las ganas.

Al igual que en la entonces Capital Federal, aquí también el cielo lloró.

Por Roberto Armando Bravo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

1981 – Contrataciones en Huracán

Esteban Pelayes jugará en Deportivo Maipú