Debe haber sido a finales de los noventa, comienzo de los dos mil.
En ese tiempo, el presidente de la Nación, Mauricio Macri, estaba al frente del Club Boca Juniors.
Su gestión era exitosa y se reflejaba mediáticamente.
Una noche me quede prendido a un reportaje radial; era uno de esos que iban más allá del rol de dirigente deportivo. Así, fueron pasando etapas personales, estudio, trabajo. En ese tiempo, Mauricio Macri trabajaba junto a su padre en una de las empresas constructoras propiedad de Franco Macri.
Ahondando en temas inherentes al empresariado, el periodista le preguntó el porqué de la diferencia entre un Brasil más industrializado y una Argentina quedándose en el amague.
El presidente disparó una comparación más o menos así: los empresarios brasileros no discuten ni especulan con medidas gubernamentales; simplemente se adaptan y siguen adelante. Me pareció muy sesuda.
Seguramente, la reflexión debe dar vueltas por su cabeza cada día que advierte la suba indiscriminada de precios.
Los formadores de precios no deben ignorar que también están invitados a cambiar.
Por Roberto Armando Bravo.
