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Algo para recordar

Los últimos años, tan pobres en nevadas, adormecieron algunas alertas. Por ejemplo, la de prestar absoluta atención a los carteles que advierten sobre la posibilidad de que, en cualquier momento, los arroyos secos se conviertan en peligrosos cauces por correntadas que arrastran piedra, lodo y hasta árboles.

Una lluvia copiosa arriba (que obliga a la apertura de compuertas de presas abajo) puede convertirse en un aluvión y hacer que los 30 m3 por segundo del Diamante pasen a 200 o 300 (alguna vez se registraron cerca de 600 m3 por segundo). Lo propio acontece con la cuenca del Atuel.

Existe toda una red de comunicación conformada por Irrigación, Defensa Civil, Medios de Comunicación pero, más allá de que el mecanismo está bien aceitado, lógicamente siempre actúa más tarde.

Se estima que los deshielos potenciarán estos episodios, en cantidad y magnitud, desde la mitad de este noviembre hasta marzo, por lo que, lugareños y turistas, deberán ser cautelosos a la hora de elegir un sitio para disfrutar del encanto sanrafaelino.

Por Roberto Armando Bravo.

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