No hace falta un análisis muy sesudo para encontrar los motivos del fracaso de la selección argentina en Rusia 2018. El primero es dirigencial: siguen manejando los destinos del fútbol nacional aquellos que, en los primeros días de diciembre de 2015, participaron de una elección para elegir presidente de la A.F.A. que arrojó un empate 38 a 38 cuando votaron 75 asambleistas…
Son los mismos que echaron a Gerardo Martino, contrataron y despidieron a Edgardo Bauza y eligieron a un Jorge Sampaoli que pasa a la historia como uno de los peores seleccionadores nacionales.
Así las cosas no debe extrañar lo sucedido y es “demasiado tarde para lágrimas” (Alejandro Dolina).
Es necesario comenzar con un cambio ahora. Los responsables sabrán si son capaces de encarnarlo ellos o deben dar un paso el costado.
Y el comienzo es volver a potenciar el fútbol de infantiles y juveniles a lo largo y ancho del país; a lo largo y ancho del país.
Claro que, para ello, se debe encontrar un seleccionador tan capaz como, por ejemplo, José Pékerman que, entre 1995 y 2001 ganó tres mundiales Sub 20 con jugadores que había comenzado a entrenar en 1994.
Su proyecto serio y a largo plazo, como generalmente sucede, dio sus frutos.
Y más tarde (2004) fue el D.T. de la selección que disputó las eliminatorias y el Mundial de Alemania, para nuestro gusto la más competitiva del 2006 hasta el presente.
Se impone, como punto de partida, un proyecto federal de fútbol infantil y juvenil con torneos como la Copa Adrián Beccar Varela que promocionó innumerables buenos jugadores.
Llevará tiempo por lo que amantes de la demagogia, la inmediatez y los Resultados Mágicos, abstenerse.
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