Mario Mesita Pavés había jugado en Pedal hasta 1954. Aunque era muy joven, a juicio de los entendidos, iba a llegar muy lejos.
Como generalmente sucede, “los expertos del alambrado” (por entonces las canchas sanrafaelinas apenas si tenían algunos escalones de madera como tribuna) no le erraban.
El interior izquierdo marchó a Buenos Aires y se incorporó en Chacarita Juniors que, en ese tiempo, animaba los campeonatos de Primera a pesar de ser considerado “chico”.
En 1955 comenzó a alternar en Primera División y, superada la Primera Rueda, alcanzó la continuidad que trajo consigo goles. Al final de la temporada, tenía en su cuenta ocho: le había convertido dos a Independiente, otro par a Estudiantes, y a River, Gimnasia, Racing y Tigre. En el ’56, ya con la mente puesta en México, marcó un solo tanto.
En Chacarita, Pavés, conoció a un pibito que era considerado una de las grandes promesas del club: un aguerrido volante ofensivo con mucha personalidad y gol: José Abba. Por entonces, el Pepe estaba muy lejos de imaginar que, años después, sería uno de los grandes ídolos del club que vio nacer justamente a Pavés: el Sportivo Pedal Club de San Rafael, Mendoza, lugar al que llegaría para quedarse.
Eso sí, El Gráfico -la revista más importante del deporte argentino de todos los tiempos- los retrató tirando para el mismo lado el 20 de noviembre de 1955 cuando, en gran partido, Chacarita le empató 1-1 a Boca en la mismísima Bombonera (Juan C. Navarro -B- y Marcos Busico -Ch-).
“¡El Mesita salió en El Grafico!” se escuchaba una y otra vez en los corrillos del fútbol sanrafaelino. Todo un acontecimiento.