Permanentemente se expresa el calificativo en favor de alguien. Y sucede en todos los ámbitos: fulano es el mejor futbolista, mengano el mejor médico, zutano el mejor candidato; la lista no se agota en estas menciones.
Otra mirada obliga a reflexionar sobre el particular ya que asiduamente se comparan seres y producciones distintos por lo que es imposible obtener un resultado comparativo certero. De forma tal que si no hay equivalencia, no hay cotejo.
Surge, entonces, un replanteo y, consigo, una opción: cada uno debiera «exprimirse» para que fluya lo mejor de sí. Esa sí sería una apuesta posible para proyecciones y éxitos factibles.
Claro que si de cosas importantes hablamos, la prioridad (fundamentalmente para los más chicos) sería que fueran buenos; saberes y técnicas, se aprenden.
Por Roberto Armando Bravo.