En 1938, Roberto Ortiz ganó las elecciones y se convirtió en Presidente de la Nación. Accedió a la primera magistratura encabezando una coalición de partidos políticos: la U.C.R., el Partido Demócrata Nacional y el Partido Socialista Independiente.
Ortiz había apoyado fervientemente el golpe de estado contra Hipólito Yrigoyen, al punto que a la Unión Cívica Radical le había agregado la palabra Antipersonalista.
Un par de años luego de asumir, Roberto Ortiz enfermó y pidió licencia hasta que el mal que lo aquejaba se cobró su vida. Entonces, debió asumir el vicepresidente Ramón Castillo que, como representante del conservadurismo, le dio ese perfil a su gestión.
Los mejores esfuerzos de Ortiz, primero, como los de Castillo, luego, estuvieron centrados en cambiar la imagen. Es que toda la oposición política, y gran parte de la ciudadanía, tenía la certeza que había accedido al gobierno por fraude en los comicios del ’38.
Casi paralelamente a esa historia, el Director Cinematográfico Lucas Demare comenzó el rodaje de la película La Guerra Gaucha, para los especialistas de la época una de las mejores y la más exitosa del Cine Nacional. El film, estrenado en noviembre de 1942, reflejaba la lucha de los Gauchos de Güemes contra los Realistas que respondían a la Monarquía Española.
El análisis político (siempre lo hubo aunque se trate de arte) interpretó que inspiró a los militares y predispuso a la gente para el golpe de estado a Castillo el 4 de junio de 1943. El argumento: «La obra exalta los valores ligados al nacionalismo al expresar la conjunción de pueblo, ejército e iglesia en la lucha por defender la tierra».
Si fue así, de película…
Por Roberto Armando Bravo.