De tan usado, el calificativo ha perdido fuerza. Son pocos los genios pero existen y existieron.
En el ámbito artístico, por ejemplo, brilló Enrique Santos Discépolo. Fue un hombre multifacético: poeta, periodista, escritor, actor, dramaturgo. Y en cada faceta fue rutilante. Dentro del rubro poeta o escritor se encuentra lo mejor de su obra: las letras de tangos que son clásicos de la llamada música ciudadana. De ellas se desprenden expresiones llenas de contenido, memorables.
Uno busca lleno de esperanzas el camino que los sueños prometieron a sus ansias. (Tango Uno).
Aunque te quiebre la vida, aunque te muerda un dolor, no esperes nunca una ayuda, ni una mano, ni un favor. (Yira yira).
Si yo pudiera, como ayer, querer sin presentir. (Si yo tuviera el corazón).
Me diste en oro un puñado de amigos, que son los mismos que alientan mis horas. (Cafetín de Buenos Aires).
Al evocarte, tango querido, siento que tiemblan las baldosas de un bailongo y oigo el rezongo de mi pasado. (El choclo).
Tu ausencia es un tormento que tortura sin matar. (Tu sombra).
No hay aplazaos, ni escalafón, los inmorales nos han igualao. (Cambalache).
Hace 115 años nacía Discepolín: un genio.
Por Roberto Armando Bravo.