La ex presidenta Cristina Fernández viuda de Kirchner es llamada a declarar en el marco de la investigación de actos de corrupción durante su gobierno. Le arman un acto a la salida de tribunales, hace demagogia con la Argentina ficticia que creó su gobierno y hasta baila.
Para todo tiene seguidores atentos que Pagan por las facturas de las dádivas.
Es un hecho inédito en el mundo. Cualquier ex mandatario en tales circunstancias, al menos actuaría con algo de pudor.
La dirigente de los Derechos Humanos Hebe de Bonafini desafía a la justicia y no se presenta a declarar por una presunta estafa en la construcción de viviendas por parte de la organización que preside (Madres de Plaza de Mayo). Argumenta que no cree en la justicia porque “siempre responde al poder de turno”. Sin quererlo, le resta crédito a los jueces que juzgaron (y juzgan) a los genocidas de la dictadura militar. Los procesos por delitos de Lesa Humanidad ¿también respondieron al poder de turno?
Una y otra proceden como lo que son: Populistas. Los ídolos aun por sobre la República.
Gustavo Cordera asegura que “hay mujeres que necesitan ser violadas para tener sexo”.
El cantante ignora su dimensión y, consecuentemente, el ascendiente que tiene en los jóvenes. Lo peor no es que el mensaje sea machista; lo grave es que pueda incitar a algún loquito.
Los artistas y la música tienen un peso significativo e histórico. Muchos jóvenes envenenaron sus vidas con las drogas a partir de Woodstock. La adicción atrapó a toda una generación de muchachos y muchachas pacifistas que propugnaban la libertad de costumbres y la vida en comunidad (Paz y Amor).
Hay ídolos de barro. Definitivamente, Fernández, Bonafini y Cordera son un muy mal ejemplo para los que adolecen.
Por Roberto Armando Bravo.
