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Envejecer juntos

Aquellos días de la juventud, quedaron tan atrás que emergen de sus memorias muy desdibujados en cuanto a las imágenes que les quedaron grabadas en las retinas.

Las situaciones están más nítidas. Retornan, en ocasiones, con detalles que los sorprenden: momentos, lugares, estaciones, colores, olores y hasta fechas.

Se ven de guardapolvos tomados de la mano caminando calles, plazas y parques de la ciudad. Diciéndose de sus sentimientos en un banco de la plaza. De blanco y traje al momento de dar el “sí” en la Iglesia donde se casaron los papás y hasta los abuelos.

Vuelven más nítidos los momentos en que fueron padres. Orgullosamente padres. Y son más actuales aquellos en que revivieron aquella felicidad impar porque los convirtieron en abuelos.

Un día cualquiera cayeron en la cuenta que pasó el tiempo y dejó sus huellas: canas, arrugas y kilos de más lo evidencian. Y lo aceptan. Ningún retoque tratando de vencer lo invencible. Significa que han vivido. Quiere decir, también, que están envejeciendo dignamente.

Por Roberto Armando Bravo.

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