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Creatividad

Los bisabuelos de hoy juntaban los carreteles de hilo de madera y con un elástico hacían un “autito” a cuerda. Tal vez sería, junto con la pelota de trapo, el único juguete de su infancia. Los abuelos del presente recibían más juguetes, aunque no los suficiente por lo que ponían la inventiva en favor de juegos que eran posibles gracias a bolitas, figuritas, trompos y otros.

La imaginación también se materializaba en el armado de autitos de carreras, el trazado de «autódromos”,  la confección de barriletes, el alisamiento de un campito transformándolo en cancha de fútbol, etc.

Aquellas prácticas fueron desapareciendo, en igual proporción que creció el consumismo, hasta quedar totalmente extinguidas cuando aparecieron los jueguitos para computadoras y celulares.

El tema es que informática y tecnología llegaron para quedarse y, seguramente, sus productos se superarán y reemplazarán a sí mismos sin competencia alguna.

La familia primero, la escuela después, deben reflotar los juegos: un proceso lúdico auténtico en la niñez estimula la creatividad que hace falta y mucho; una máquina la maneja cualquiera pero la idean y fabrican unos pocos.

Por Roberto Armando Bravo.

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