La historia del boxeo habla de éxitos y fracasos y no nos referimos a los deportivos: sería una obviedad. Son demasiados los casos de pugilistas que, tras la fama, terminan arruinados económicamente y, consecuentemente, abandonados por propios y extraños (disfrazados de propios).
Se recuerdan desenlaces trágicos como, los de los ex campeones mundiales argentinos, Mono Gatica, Ringo Bonavena, Carlos Monzón, Víctor Hugo Galíndez y otros.
Afortunadamente, ese no es el caso del malargüino Juan Carlos Reveco. El ahora ex campeón mundial –que a las 08 H. de este jueves procurará recuperar la corona mundial en Japón– es un muchacho humilde, criterioso, austero.
Claro que, pese a la cantidad de combates internacionales, «no tiene un mango» y no porque haya derrochado. Imposible despilfarrar lo que no se tiene.
A fines de 2010, Cotón se desligó de la dupla Osvaldo Rivero-Pablo Chacón a quienes acusó de haberse quedado con plata que le correspondía, mucha plata. Se fue con el promotor Mario Arano pero, tras unas pocas peleas, tuvo que volver con Rivero por decisión de la Asociación Mundial de Boxeo. Reveco perdía por KO ante las corporaciones. Chau sueños de independencia en pos de un futuro modestamente rentable.
Hace unos meses, en un gesto que vale resaltar, el Concejo Deliberante de Malargüe aprobó un beneficio de $4.579,50 mensuales (equivalente a un contrato categoría ocho, renovable cada año) para ayudar a la subsistencia del Cotón y su familia. A cambio deberá realizar contraprestaciones.
El monto es casi insignificante; más aún si se compara con la plata que debió acumular a lo largo de 11 años de profesión.
Eso sí: Reveco no tuvo, no tiene ni tendrá esos «amigos que el oro nos da».
Por Roberto Armando Bravo.
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