En esos valores, fundamentalmente en esos, se apoya el cooperativismo.
Las cooperativas surgieron en tiempos inmemoriales no precisados. Fue por la necesidad de un grupo de gente que unió sus esfuerzos procurando satisfacer necesidades y aspiraciones comunes. Así, fundamentalmente, por un lado nacieron las de trabajadores y, por otro, las de productores. Las primeras experiencias demostraron que varias terminaban casi antes de comenzar. Algo faltaba.
Hombres sabios detectaron el problema e hicieron estatutos que partían de principios relacionados con la conducta y la igualdad de derechos y obligaciones dentro de una democracia absolutamente invulnerable.
El marco está aunque no pocas veces nos enteramos de casos donde los beneficios son para unos pocos. Esa especie de intrusos, que muchas veces cuenta con complicidades diversas, pasa a incrementar su patrimonio de modo exponencial.
Esto va en detrimento del resto que, por los mismos principios cooperativistas, tiene la obligación moral de romper el silencio y denunciar.
Que el cooperativismo no se manche.
Por Roberto Armando Bravo.