Hay campañas publicitarias sobre diferentes temas como accidentología vial, enfermedades y otras que, frecuentemente, llaman la atención de la sociedad toda. Nadie pone en duda su importancia, fundamentalmente por el carácter masivo de la difusión.
Sin embargo, la aprobación deja de ser unánime a la hora de evaluar el estilo de la propaganda. El mensaje no está en discusión: siempre apuntará a disminuir índices. Lo que sí genera distintas posiciones es el cómo: hay campañas que son un verdadero golpe bajo.
Si bien es necesario que haya profundidad en el aviso, no hay que traspasar límites; es probable que ante la inminencia de la difusión se mire para otro lado, se cierren los oídos. Son mecanismos de defensa humanos porque a nadie le gusta ver o escuchar detalles de hechos tan dramáticos y dolorosos.
Además, tampoco está comprobada la efectividad; la gente no fuma menos por las chocantes imágenes que ilustran los atados.
Esos estilos, que adoptan nuestros publicistas, son modelos que funcionan en otras sociedades compuestas por gente, a nuestro decir, “más fría”. Aquí, somos más impresionables.
Concientización, sí; maltrato a la sensibilidad, no.
Por Roberto Armando Bravo.