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Comienzo tienen las cosas

Entre la capital de Santa Fe y Rafaela hay un pequeño poblado (de no más de 40.000 habitantes) llamado Esperanza.

Para cualquiera que hace el trayecto, es solo un punto más. Salvo porque la historia recuerda que, en 1857, se estableció allí una colonia agrícola, fundada con colonos entre los que había italianos, suizos y otros. Todos llegaron por contrato, tuvieron que improvisarse como agricultores e, incluso, defenderse de invasiones indígenas.

Cuatro años después, Esperanza fue reconocida como la «Primera colonia Agrícola».

El estatus va más allá de lo inaugural: en ese lugar se gestó la agricultura organizada. Hasta allí, podría decirse que el hombre solo tiraba semillas a la tierra y al tiempo recogía los frutos que utilizaba para su sustento o cambiar por algo.

Más de eso no hacía por lo que muchas veces su intención quedaba solo en eso. En Esperanza surgieron diversas técnicas para hacer todo mejor y hasta más fácil. Los resultados se reflejaron en el rinde.

El ejemplo cundió y paulatinamente mejoró la calidad de vida de los esforzados labriegos.

A lo largo de estos 159 años, y para beneplácito de todos, solo una cosa no cambió: el espíritu de los agricultores.

Por Roberto Armando Bravo.

Foto de inicio: Esperanza, Santa Fe.

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