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Aquello fue traumático (cuento corto)

En los sesenta y setenta, a los doce años, algunos pocos comenzaron a jugar al fútbol en la Sexta de algún club y el resto (que no calificábamos) armamos un equipo de fútbol para jugar los exitosos partidos entre barrios. Así nació City Diamond.

Cuando andábamos por los quince, en los atardeceres veraniegos de las vacaciones, dejábamos descansar el Fóbal de cuero lleno de cicatrices, nos lavábamos, perfumábamos, cambiamos cortos por largos y nos íbamos a alguna confitería hasta las 9 de la noche. “Prohibida la entrada a menores de edad”.

Y ahí comenzaban a mandar las barras bravas de las hormonas: a las chicas se las veía con otros ojos y cada mirada devuelta parecía prometedora aunque no lo fuera.

Cuando era lo que parecía, se presentaba el gran dilema de qué hacer. Preguntas sin respuestas. O respuestas torpes. Pero bueno, había que jugar ofensivamente.

Una cosa traía a la otra y conversaciones, bailes y demás iban despertando sensaciones y sentimientos; nacía el primer amor ¡Qué hermoso!

¿Hermoso? A juzgar por los comentarios bajo el foco de la esquina cuando el Chiche se puso de novio, no tanto.

– “¿Se enteraron? ¡El Chiche se puso de novio!”. La noticia la dio Piro.

– “¿¡Qué!?” (A coro).

– “Sí; anda silbando y cantando solo”, reforzó Berenjena.

– “¿Contra quién?”, quiso saber Tito.

– “Ya nos contará”, dijo Cacho, y todos supimos que él sabía.

– “La cosa es que ya no vino”, se lamentó Delfín.

El filósofo Piro, como era de costumbre, blanqueó: “Muchachos, la cuestión no es contra quien ni con quién se puso de novio; lo que nos preocupa es si jugará los domingos por la mañana”.

– “¡Y si vendrá en forma!”, apuntó Sergio.

A la noche siguiente apareció el Chiche, confirmó su noviazgo “con Sonia” y nos invitó a un malón el sábado por la noche en casa de la muchacha.

Allá fuimos todos de saco y corbata, bailamos y nos divertimos mucho. A eso de las 3 y algo nos fuimos comentando la velada (“¡Qué bueno estuvo!”) y aprobando a la susodicha: “¡Es simpática y no parece Vigilanta!”.

El domingo a la mañana fue un suplicio. El Chiche, nuestro gran defensor, nuestro Capitán, no se podía las patas. Ni anticipo, ni peso para ir a cabecear, ni…

El resto tampoco estaba iluminado, ni mucho menos. El 0-4 lo dijo todo.

Ese día comprendimos que, más temprano que tarde, todos nos pondríamos de novios.

Ese día comprendimos que los corazones golearían a la pelota.

Por Roberto Armando Bravo.

2 Comments

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  1. Muy bueno Roberto….es verdad que tiempos aquellos….y esto fue cierto……al chiche no lo ví más desde que se fue Mendoza….

  2. Hola amigo roberto hola amigo piro les agradesco a los dos x acordarse de esos hermosos tiempos y de mi . XSIEMPRE EN MI CORAZON.

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