Lo de diversión nocturna hoy es solo una frase. Casi todo lo que la rodea se ha convertido en una preocupación de grandes y chicos. Los mayores duermen con un solo ojo hasta que vuelven los pibes y estos (los que no son violentos) deben salir con cuatro ojos. El placer se empaña; no es total.
El factor que inquieta básicamente es la inseguridad. A la inseguridad la potencian adicciones, violencia y siniestralidad vial. Este es el diagnóstico que hacen distintos protagonistas de la sociedad sanrafaelina. En el recinto del pueblo, el Concejo Deliberante de San Rafael, se han dado cita todos los protagonistas: dueños de boliches, jefes policiales, funcionarios municipales, padres, jóvenes y hasta periodistas.
El titular del cuerpo, Ricardo Vergara, una opinión muy valiosa para la problemática por su triste experiencia de vida, entiende que los jóvenes padecen agobio o inconformismo con las oportunidades que les depara la vida, por lo que estudio y trabajo se convierten en situaciones límite. De allí que mitiguen sus frustraciones refugiándose en flagelos como alcohol y droga y liberen violencia.
Si la evaluación es correcta, confirma fallas en la familia, la enseñanza y el mundo laboral. Los jóvenes deambulan por esos ámbitos sin entender el rol propio y el de los otros.
Aunque la comparación suene odiosa, antes era más previsible. A través de los límites aprendían la disciplina en casa; la escuela o el colegio los educaba (no más que eso) y el mercado del trabajo les daba oportunidades. Hoy, estos tres pilares son endebles: hay padres descuidados, escuelas que deben educar y contener y pocos empleos estimulantes, algo que no solo afecta a los nuestros.
Las conclusiones sirven para plasmar una nueva Ordenanza Municipal sobre Diversión Nocturna.
Claro que, como no comencemos a desandar el camino y recuperar los valores olvidados a un costado, pronto será vieja.
Por Roberto Armando Bravo.
