No era un pensador. Sin embargo, la buena educación (en la casa y en la escuela) hizo que Juan Carlos Villarroel tuviera pensamientos propios, los expresara y fundamentara.
– “Vayan a la escuela, formen familia y, si pueden, jueguen bien”. Era un consejo común para todos. Tuvo la virtud de hacérselo entender a la inmensa mayoría de chicos que se formaron con él en Independencia y Centro América.
– “La alimentación de los niños no es buena y el problema no solo es de los que no tienen”.
– “Acá juegan, tengan cualidades o no”. La frase es una síntesis del propósito primigenio de Villarroel: un lugar para jugar, para estar lejos de las malas tentaciones.
– “Nunca vino un padre enojado”. Es que los límites de Villarroel también se extendían a los papás; cada uno tendría expectativas respecto del pibe pero, si no se cumplían, no habría culpables.
– “Los padres pelean a los maestros porque no están preparados para su rol”. Toda una síntesis de una realidad agobiante.
– “Escuelita de fútbol no; canchita, potrero”. Sin ánimo de criticar, el Tranco siempre diferenciaba una cosa de la otra.
– “Nunca gané un peso formando jugadores. Pero cierto es que muchos me ayudaron brindando desinteresadamente asistencia médica, remedios, indumentaria, pelotas y algún subsidio para hacer frente a gastos importantes como luz y agua, por citar algunos”.
– “Los vándalos no son hinchas”, diferenciaba al recordar el rol de Los Corazones del Globito, organización de simpatizantes que fundara junto a otros huracaneros.
Aunque hace un lustro que nos dejó, cada ocho de diciembre seguimos recordando el cumpleaños del Tranco ‘e León.
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Por Roberto Armando Bravo.
Gracias por este maravilloso recuerdo, ver esa foto y a mi papá vistiendo sus queridos colores azul oro, fue emocionante