Desde el año 2007 hoy se festeja en el mundo el Día Internacional de la Democracia. No es que las naciones democráticas del planeta se hayan dado cuenta hace tan poco de la importancia; inteligentemente decidieron marcarla a fuego con una fecha.
Muchos países han sostenido esta forma de gobierno por convicción de sus naturales. Otros, como el nuestro, han sucumbido ante el poder de las armas.
La gran mayoría de los que tienen una tradición democrática han crecido hasta convertirse en potencia. Los que hicieron un culto de las interrupciones, no.
Eso en cuanto a la forma de ejercer el poder, pero hay otros vicios de la democracia que la socavan. Corrupción, impunidad, avasallamiento de los poderes e inescrupulosidad van al frente. También la tibieza de la gente. Son demasiados los que, beneficiados por el poder de turno, miran para el lado donde no están las inconductas.
Las nuevas generaciones, con más de tres décadas ininterrumpidas de democracia, deben ser más valientes. Si quieren vivir en un país con logros de verdad, sin ficción, deben aprender a demandar. De lo contrario serán cómplices secundarios, aunque cómplices al fin, como nosotros.
¡Vivan las democracias que permiten la libre expresión de ideas para debatir y consensuar!
Ese (y no otro) es el camino.
Por Roberto Armando Bravo.
