Lo suyo no pasaba por el juego fragoroso pero, en esos instantes, tenía el corazón caliente como el que más.
Era un momento muy especial. Aunque distinto, sabía que pasaría a ser tan inolvidable como aquel debut del ’75. Desde entonces, habían transcurrido dieciocho años: mayoría de edad para su trayectoria.
Sus comienzos en Pedal (“su” club), los logros de los fuertes seleccionados sanrafaelinos a fines de los setenta y comienzos de los ochenta, otros lugares como La Pampa (jugando para Ferro de General Pico un Nacional “B”) fueron recuerdos que se agolparon hasta desbordarlo emocionalmente.
Dentro del festejo Tricolor, hubo muchos, dentro y afuera, que no gozaron tanto: eran conscientes que los domingos ya no les regalarían ese talento inconfundible con el que regaba las canchas el volante Pedalino. Chau Roque: en nombre del fútbol todo, muchas, muchísimas gracias.
Por Roberto Armando Bravo.
Soy un elegido, jugué con Roque Paolantonio, en el equipo de Contadores, en Mendoza, una persona extraordinaria y un jugador superlativo, que buenos recuerdos!!