A finales de los ochenta, San Rafael decidió que era imposible no usufructuar las bellezas naturales con las que hemos sido premiados. De modo que los sectores públicos y privados comenzaron a trabajar ideando un crecimiento importante de la infraestructura, por ejemplo, en Valle Grande.
Así, comenzaron a edificarse cabañas, delimitar camping, crear empresas de servicio para las actividades en el Río Atuel, etc.
Fueron dos décadas de crecimiento constante. Todos muy felices. Pero, por aquello de que la naturaleza así como te da también te quita, las nevadas comenzaron a ser infrecuentes y entramos en una crisis hídrica.
Entonces, los cortes se sucedieron (aun en temporada alta) y la crisis fue de los prestadores. La pasada temporada veraniega se reanudó la dotación.
Las nevadas de este año han sido importantes, empero las mediciones no reflejan que se haya superado la crisis hídrica.
La ley es muy clara: la prioridad la tiene el riego, aunque el diálogo Irrigación-funcionarios de turismo permitió destinar agua a las actividades en el Atuel.
Si hay buena voluntad y criterio amplio, todo es posible.
Por Roberto Armando Bravo.