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Vuelo al cielo

Sport Club Quiroga 1961. Nene Gil, Quiroga, King Kong Suárez, Gallego Ramírez, Gómez y Troncoso. Hincados: López, Titi Pérez, Gorrión Martínez, Boschín y Espejo. Gran equipo.

Antes de ayer falleció, a los 77 años de edad, Orlando Oscar Gil. Claro que para familiares, amigos, ex futbolistas (compañeros y rivales), comerciantes y otros fue el Nene Gil.

Quienes jugaron o simplemente vieron fútbol en los sesenta y setenta ahora saben de quién hablamos.

El Nene tuvo condiciones naturales para ser arquero. Delgado (hasta sus últimos días) y con una altura aceptable exhibió arrojo, seguridad y timing.

En 1961, con veinte años y monedas, se adueñó del arco del Sport Club Quiroga integrando un equipo muy competitivo con figuras como Titi Pérez, Ramírez, Gorrión Martínez y Boschín, entre otros.

Sport Club Quiroga 1961. Nene Gil, Quiroga, King Kong Suárez, Gallego Ramírez, Gómez y Troncoso. Hincados: López, Titi Pérez, Gorrión Martínez, Boschín y Espejo. Gran equipo.

Se afianzó y, promediando la década, fue convocado a la selección sanrafaelina que disputó la Copa Adrián Beccar Varela 1965.

Aquel fue un combinado brillante. Lea qué cracks: Ramón Jofré (Deportivo Goudge), Negro Loyola (Huracán), Dante Silva (Huracán), los Pocho Di Césare y Pedernera (Huracán y Sportivo Pedal Club respectivamente), Norberto Rodríguez (Pedal), Tau (Pedal), Pepe Abba (Pedal), Montes de Oca (Villa Atuel), José Weber (Deportivo Argentino), Roberto Spósito, Caracha Oviedo y Ángel Ambrosi, con 144 partidos oficiales en la primera de Gimnasia y Esgrima de la Plata.

Estos tres últimos, pilares del Villa Atuel que se consagró bicampeón. El otro guardameta era Juan Labarta, también de los Rojos.

Los setenta los inauguró defendiendo la valla de Atuel Norte. Los Canarios también contaron con grandes jugadores: Cagliero, Di Lello, el Negro Lucero y los Quiroga (Pito Juan y Quito), entre otros.

La suya fue una carrera destacada porque, a las aptitudes citadas, hay que agregar lo más importante: su don de gente y comportamiento. 

Hasta el próximo recuerdo, amigo.

Por Roberto Armando Bravo.

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