Los problemas político-económicos de Brasil nos afectan. Lo sabemos. Es vecino y también el gran socio: el socio continental por excelencia. Y todo esto es mucho más importante que el fútbol porque si ellos “sienten”, nosotros también (“Decime que se siente…”).
Brasilia y Buenos Aires continúan buscando salidas para atenuar efectos, con cierto alivio porque otro vecino, Chile, se encamina a superar sus inconvenientes.
En el primer semestre, Santiago acomodó las cargas tras el abrupto descenso en el precio internacional de su conmoditie más importante: el cobre que, a fin de 2015, bajó 35% lo que repercutió 22% en la economía trasandina.
Hace algunos años, una crisis internacional hizo subir notablemente el precio del cobre y todos los sectores comenzaron a demandar: los gremios aumentos salariales, los empresarios disminución de impuestos, la propia área gubernamental mayor presupuesto, etc.
El gobierno de Santiago hizo caso omiso y, pensando que algún día podía ocurrir lo que ocurrió, conformó un fondo anti cíclico intocable por ley del Congreso. Un verdadero buen criterio económico. Para imitar.
Obviamente nuestros problemas económicos también preocupan a ellos, por lo que es imprescindible el trabajo conjunto.
Por Roberto Armando Bravo.
