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Temor y fe

“Solo queda rezar”.

La frase se escucha a menudo cuando rozamos las situaciones límite en que no pone la vida, el destino. Entonces se expresan plegarias, pidiendo “por”, al Dios que cada uno tiene. Tales peticiones, en ocasiones desesperadas, nacen del miedo, de la desesperación. Si la situación se supera, creeremos de verdad, tendremos fe.

Mito o no, la historia cuenta que, en 1615, una religiosa llamada Rosa (Isabel Flores de Oliva) convocó a fieles a la Iglesia de Lima para rogar para que no se produjera el desembarco de piratas holandeses que ya había saqueado el puerto cercano de El Callao. Sin que nada lo hiciera suponer, se desató una gran tormenta que impidió el desembarco e hizo que los invasores huyeran. A partir de allí, la gente atribuyó un poder místico a Rosa.

La leyenda se popularizó en el Río de la Plata. En las zonas áridas de Argentina, como La Pampa, la devoción llegó al punto que bautizaron con el nombre de Santa Rosa a la ahora capital provincial.

Los hombres de armas, más allá de su coraje, también deben haber sentido temor por lo que el Ejército Argentino también la adoptó como su patrona.

Para profesar la fe, es mejor no esperar a que el temor la despierte; los hombres de fe siempre están mejor preparados para enfrentar las vicisitudes.

Por Roberto Armando Bravo.

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