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No olvides hermano

Por los años treinta, la inigualable voz de Carlos Gardel cantaba los versos de Alfredo Lepera en el tango «Por una cabeza».

«El zorzal criollo» planteaba, en una parte, una suerte de mensaje de un caballo de carrera hacia quien había apostado en favor suyo y había perdido: «No olvides hermano, vos sabes, no hay que jugar».

Hay más: Gardel también grabó por entonces «Leguisamo solo» y «Palermo». Este último detalló con toda crudeza los problemas de apostar en el Hipódromo porteño: «Maldito seas, Palermo, me tenés seco y enfermo, mal vestido y sin morfar, porque el vento los domingos me patino con los pingos en el Hache Nacional».

A las brillantes descripciones del dúo tanguero más famosos (no exentas de lunfardo) con el paso del tiempo la ciencia se encargó de darles una denominación: Ludopatía.

A quienes padecen de esta adicción hay que sugerirles que busquen ayuda profesional; es efectiva. A los que «se inician», sugerirles algo elemental para que actúe de freno: en cualquier juego, hay que saber retirarse a tiempo.

Por Roberto Armando Bravo. 

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