Por aquello de que «Una golondrina no hace verano», para calificar determinadas conductas es necesario el paso del tiempo. Mucho tiempo. Una de las buenas acciones que caracteriza a los sanrafaelinos es la solidaridad y, respondiendo a la condición previa, uno podría remontarse a finales de la década del veinte, cuando el devastador terremoto de Villa Atuel.
Entonces, los pobladores de la naciente ciudad departamental concretaron distintas acciones para recolectar. Los lugares de acopio (fundamentalmente las escuelas) se vieron atestados de ropa, colchones, y alimentos. Además, se realizaron eventos para recaudar dinero como un partido de fútbol. Todos dijeron presente. Como, cuando dos décadas más tarde, un sismo destruyó San Juan y afloró el sentimiento cuyano.
Es cierto que no siempre los gestos son correspondidos como sería dable pensar. En 1982, en plena guerra por las Islas Malvinas, se hizo un operativo nacional a beneficio de nuestros soldados. Naturalmente, San Rafael fue incluida en la movida.
Los móviles de los medios de comunicación (y otros generosamente prestados por vecinos) llevaron a bordo periodistas y locutores que pusieron la cara. Las muestras de desprendimiento de la gente fueron conmovedoras: se despojaban de anillos y cadenas de oro que inmortalizaban los momentos más caros a sus sentimientos, entre otros objetos.
Grande sería la decepción pos guerra. Estimaciones aseguran que todas esas joyas se fundieron y se convirtieron en unos 54 millones de dólares que no tuvieron un destino cierto porque la rendición en Puerto Argentino estaba a la vuelta de la esquina. Para tener una magnitud de lo recaudado, baste citar que, según estimaciones castrenses, la guerra significó una inversión de 29 millones de dólares.
La experiencia no atentó contra la buena fe. Por caso, en 2003, en un partido de fútbol LV4-Telesur en Pedal, que sirvió como excusa, hubo una increíble donación que se destinó a los santafesinos afectados por una inundación sin precedentes.
Como los scouts, los sanrafaelinos ¡Siempre listos!
Por Roberto Armando Bravo.
