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Libertad

Desde su génesis, el ser humano la busca con su actividad facilitada por el líquido amniótico del vientre materno. Cuando nace, sus descoordinados movimientos denotan lo mismo.

Ya con cierta autonomía, primero se desplaza horizontalmente (gatea) y luego verticalmente (camina). Tiende a soltarse de las manos mayores: quiere elegir su sendero.

Para los progenitores es toda una etapa de amor, persuasión y reprimendas. De sabiduría para inculcar (más tarde educar) sin agredir. De respuesta a la gran capacidad que tienen los pequeños para medir a los mayores.

Los niños del presente están muy estimulados. Hay un verdadero bombardeo de imágenes y sonidos que no saben procesar. A algunos, más que ayudarlos los confunde y responden con desobediencia cuando no agresiones. Ese es el momento para marcar límites sin medias tintas: en casa mandan papá y mamá.

Si el tiempo transcurre sin correcciones, estas serán cada vez más inaplicables e, inevitablemente, perderán el control.

Para que los chicos sepan optar por el camino de la libertad con responsabilidad, hay que corregir a tiempo. De eso se trata.

Por Roberto Armando Bravo.

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