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Jubilados: chau, hola

Junta unas pocas cosas que le pertenecen. Una foto familiar descolorida y arrugada, pequeños objetos, algunos papeles y nada más. No puede llevarse el sitio que lo tuvo como morador durante años. Si pudiera, tampoco lo haría aunque sabe que lo va a extrañar ¡tantos tiempos juntos!

Cada tanto levanta la vista, aunque nadie devuelve sus miradas; están en otra. Como él cuando comenzó. También un fulano se jubilaba pero su felicidad era tan grande que no dejaba lugar para ningún análisis. Ya se despidió de todos y cada uno. Por aquello de la afinidad, a algunos seguirá frecuentando y a otros, lo sabe, tal vez no los vuelva a ver.

Ya ganó la calle. Duda entre darse vuelta para una última mirada o seguir. No es cualquier día; es el último día de la llamada vida activa laboralmente hablando.

Durante el camino a casa tiene sentimientos encontrados. El rápido repaso del tiempo transcurrido le vuelve a la memoria momentos buenos, discretos y malos; alegrías y sinsabores; discusiones y coincidencias; lealtades y deslealtades.

Pero ya está. Debe dar vuelta la última página y cerrar el libro. Hoy es el último día de una etapa importante pero el primero de otra esperanzadora. Hay asignaturas pendientes que se pelean por el primer lugar de las preferencias. “Tranquilas, habrá  tiempo para todas”.

Comienza a tararear una vieja canción y se sorprende despidiendo a la rutina, dándole la bienvenida al tiempo propio y diciéndose a sí mismo ¡Felicidades jubilado!

Por Roberto Armando Bravo.

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