A partir del 10 de diciembre de 2015, el gobierno de Mauricio Macri tomó una serie de medidas que impactaron sobre la economía. Incidieron marcadamente sobre empresas y consumidores la inflación (por efecto de la devaluación), los incrementos en combustibles y el llamado Tarifazo. Los incrementos salariales fueron insuficientes para hacer frente al costo de vida. La pérdida del poder adquisitivo es evidente y cae el consumo.
Frente a este panorama, el gobierno mandó un mensaje alentador: en el segundo semestre habría una situación mejor.
Cual si fuera una cuenta regresiva, los medios comenzaron a contar los días que faltaban para la parte complementaria del año. Y el día llegó: la recuperación económica no se advierte. ¿Debiera? No parece ser el caso de algo que cambia de la noche a la mañana por lo que habría que preguntarse si no se alentaron ilusiones desmedidas.
El dato alentador lo da la mayoría del empresariado nucleado en la Cámara de Comercio, Industria y Agropecuaria de San Rafael. Si bien nuestros hombres de negocio tampoco ven que la economía haya mejorado, se esperanzan porque reconocen que hay una gestión seria, lo que también es advertido por mucha gente.
A futuro (tal vez hacia fin de año o comienzos del próximo) entienden que pueden registrarse hechos concretos toda vez que se estabilice la variable costos y el estado incremente la obra pública construyendo viviendas, caminos y otras obras. Frente a ese hipotético escenario, se concretarían inversiones internas y arribarían las tan esperadas externas.
La expectativa es una sensación (si se quiere algo virtual) pero también un barómetro certero.
Por Roberto Armando Bravo.
