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Divino tesoro

Se dice de la juventud aunque podría aplicarse también a la salud.

Es que, desde épocas inmemoriales, se la ha considerado como uno de los bienes más preciados. Razones, sobran.

Estando bien física y psíquicamente se puede resolver cualquier problema; si a ello se agrega lo espiritual, con más razón.

Y si hablamos de un bien, al igual que uno de carácter material, hay que cuidarlo. De modo que se impone llevar una vida saludable con una alimentación sin excesos en lípidos, azúcares, sodio, proteínas, alcohol; con abundancia de frutas y verduras y activa.

“¿Más aún?”, se preguntará usted, a lo que la respuesta sería: no tiene que ver con su rutina laboral; dedique un tiempo al gimnasio, trotar, bicicletear o simplemente caminar para estar en forma y quemar todas aquellas energías negativas que se acumulan en cada jornada.

Vale. La actividad física aclara los pensamientos, hace fluidas las ideas y conserva o mejora la imagen, la estética corporal.

Eso sí; si hace mucho que no está en movimiento o si es sedentario «consulte primero al médico» ya que simples chequeos le darán el Ok para comenzar.

¡Hágalo! los efectos no son secundarios, son inmediatos.

Por Roberto Armando Bravo.

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