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«¡Árboles!»

“¡Árboles, planten árboles!”

La arenga fue expresada por Domingo Faustino Sarmiento durante su presidencia (1868/1874). El Maestro de América razonaba en un discurso: “El cultivo de los árboles, conviene a un país pastoril como el nuestro, porque no solo la arboricultura se une perfectamente a la ganadería, sino que debe considerarse un complemento indispensable”.

Sarmiento fue un hombre discutido por la envidia que despertaba su cultura e inteligencia. Difícil es encontrar otros motivos. Cuando se esfumó el poder de quienes lo combatían (treinta años después) por iniciativa del Dr. Estanislao Ceballos, el Consejo Nacional de Educación instituyó la celebración del Día del Árbol. Fue un 29 de agosto de 1900.

Son tan obvios los beneficios que brinda un árbol, que sonaría a frase de Perogrullo citarlos. Su importancia queda patentizada en aquel pensamiento del célebre poeta cubano José Martí: “plantar un árbol, tener un hijo, escribir un libro”.

Nada más para agregar.

Por Roberto Armando Bravo.

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