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Tarifas ¿aprenderemos?

Una de las Pymes más pequeña debe ser un kiosco. Su propietario sabe que, por lo que está para la venta, tiene que haber un ingreso dinerario y debe ser genuino. Tal condición la pierde, por ejemplo, si da golosinas por debajo del costo a los suyos y luego tiene que poner de su bolsillo para reaprovisionarse.

El ejemplo sirve para escalas mayores. Es lo mismo para quien tiene un mercado o supermercado, una tienda o un shopping. 

Las compañías prestadoras de servicios públicos no representan una excepción. Sin embargo, durante los últimos años (varios) mantuvieron una tarifa mentirosa. No les importó la falta de transparencia ni las para ellos previsibles consecuencias posteriores. Lo único que les interesó fue recibir la compensación a través de los subsidios estatales.

En ese contexto, las hoy quejosas empresas deben haber tenido la rentabilidad necesaria. Y más; no son entidades benéficas. La pregunta es cuánto más. ¿Sería descabellado pensar qué tanto les hubiera permitido hacer algún tipo de inversión? No lo sabemos. Desconocemos debe y haber. También si la ganancia futura alcanzará para obras de infraestructura en pos de un mejor servicio. Parece que no.

También los usuarios residenciales debemos hacer un mea culpa. Todos supimos que no podíamos pagar más por Internet que por las facturas de servicios esenciales. Empero, al caballo regalado no le miramos los dientes.

Aunque siempre es mejor que la culpa la tengan los otros, hagámonos cargo.

Por Roberto Armando Bravo.

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