Uno de los propósitos de las distintas campañas de recolección de alimentos es el de generar conciencia sobre algunos aspectos medulares. Uno es que la sociedad entienda cómo quebranta física, espiritual y moralmente a los seres humanos la falta de comida. Otro, los efectos por la malnutrición no solo en niños sino también en grandes ya que (por falta de ingesta de leche -por ejemplo-) habrá huesos más frágiles con todo lo que ello puede acarrear.
El restante es el desperdicio y, de esto, tenemos que hacernos cargo todos aquellos a los que Dios nos da la ventura de alimentarnos adecuadamente. Sería bueno que pensáramos cada vez que compramos “por tener” (¡cuántas veces terminamos tirando por fecha de vencimiento!) o al elaborar comida de más por aquello de que “es mejor que sobre”, por citar solo un par de casos.
Si lo que gastamos innecesariamente lo donáramos, estaríamos solucionando varios problemas. Y nos sentiríamos bien.
Por Roberto Armando Bravo.