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Río Atuel: otro capítulo más

Que la Organización de las Naciones Unidas se haya metido en el conflicto de La Pampa y Mendoza por las aguas del Río Atuel, es un despropósito. Simplemente, no tiene injerencia en las cuestiones internas de cada estado.

Llama la atención que la organización que contiene a los países del planeta, ignore el no intervencionismo que condena cada vez que es violado. Es aplicable a este caso el Derecho Internacional Público, que establece la Independencia de las Naciones y el Derecho de Autodeterminación de los pueblos.

La O.N.U. ha ignorado que uno de los poderes de la República Argentina interviene en el diferendo; el judicial, a través de su máximo exponente que es la Corte Suprema de Justicia, que debe decidir si hay un nuevo juicio por el derecho de aguas abajo esgrimido por los pampeanos.

Asimismo, ha soslayado que, oportunamente, la Procuración Nacional del Tesoro determinó, en 2015, que las regalías pertenecen en su totalidad a la provincia donde se encuentra el salto de agua, por lo que si el Poder Ejecutivo Nacional avala ese dictamen, Mendoza podrá reclamar los fondos de los años en que los dividendos se repartieron por partes iguales.

Un Comité de Aguas de la Organización es el que, desde hace tres años, con criterio unilateral, estudia distintas presentaciones que le ha hecho La Pampa.

Hay hechos naturales que el hombre no puede modificar. La misma Corte Argentina cometió un error cuando, en 1987, decidió que Mendoza debía dotar a La Pampa del excedente de lo destinado para el riego de 75 mil hectáreas. No tuvo en cuenta que el Atuel, a diferencia de otros cauces provinciales, es inconsistente en su caudal por falta de lluvias y/o sequías. En tal sentido, Mendoza aún no sale de la crisis hídrica y no puede atribuírsele responsabilidad por ello.

El hombre sí puede hacer para optimizar el recurso. ¿Qué hicieron los pampeanos durante seis décadas además de reclamar? Nada. No pueden quejarse, entonces, si no realizaron las obras necesarias. Ahora, producto del fenómeno climático llamado corriente El Niño, el río tornó a caudaloso y las protestas se hacen oír porque inunda.

Cuando falta porque falta, cuando sobra porque sobra, lo cierto es que a los vecinos no les falta motivo para litigar y ya se sabe cuál es la intención de cualquier vecino que prioriza la vía judicial en detrimento del diálogo.

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Por Roberto Armando Bravo.

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