En ocasiones se patea procurando una dilación aunque, por lo complejo, este no parece ser el caso. Nos referimos a la decisión de la A.F.A. para que los partidos de la Superliga se jueguen con ambas parcialidades. En principio ello iba a acontecer en el primer semestre de 2018. Eso hasta hace poco, cuando Claudio Tapia anunció la postergación.
Entendemos las dificultades pero, lo que debió ser coyuntural, se volvió permanente; no debieron pasar seis años de restricciones ni más de cuatro de prohibiciones porque se perdió la gimnasia necesaria para salvaguardar el orden natural. Las partes que debieron controlar (dirigentes, policías, fiscales) se estancaron trasladándose responsabilidades.
“Estamos formando una comisión de miembros de justicia y seguridad” para viabilizar el retorno luego del Mundial de Rusia, declaró Tapia.
Siempre basándonos en los dichos del dirigente, esto sería para la Superliga lo que, automáticamente, genera la pregunta ¿Y el interior?
La respuesta la tiene el Consejo Federal que, quisiéramos suponer, también debe tener In Mente la convocatoria de todas las áreas involucradas para el diseño de operativos. Deberá apuntarse a que la eficiencia se logre por la calidad de los mismos más que por la cantidad de efectivos cuyos servicios han pasado a ser una inversión considerable para los clubes.
La presencia de los dos públicos incrementará la venta de entradas e ingresos tan necesarios; aquí no hay grandes sponsors, ni merchandising, ni derechos de televisación; apenas una publicidad en las camisetas para los costos de la indumentaria.
Si no hay señales desde calle Viamonte, sugerimos a la dirigencia sanrafaelina peticionar ahora para un cambio en el segundo semestre de 2018.
Por Roberto Bravo.
