Por documentos y testimonios de quienes vivieron aquellas épocas, uno sabe de esa mezcla tan particular de amor y esfuerzo para materializar logros mínimos y máximos.
Hecha la cancha donde hoy (por entonces no estaban definidas las trazas Pedro Vargas, Cabildo, Quiroga, Gutiérrez), uno de los principales objetivos fue levantar una tribuna.
“El propósito era hacer la tribuna más grande de San Rafael, con todas las de la ley”, rememoraba el caracterizado hincha Juan Pedro (López). Uno entendía que “con todas las de la ley” significaba de hormigón armado.
La obra comenzó en la primavera de 1958 y se inauguró pisando el otoño de 1960. Durante ese casi año y medio, dirigentes, hinchas y hasta algunos jugadores nacidos en el club pusieron tiempo y/o dinero en pos del fin.
También apelaron al Mangazo para conseguir generosas donaciones de los corralones que vendían materiales de construcción. Otros tiempos: una sociedad menos individualista.
La geografía de entonces
Aquella tribuna (la misma de hoy) no tenía plateas en la zona central ni tampoco las que luego se instalaron pegadas al tejido de alambre (sillitas). Por supuesto que tampoco estaban las torres de iluminación. El este, norte y sur eran decorados por enormes Eucaliptus. Su perfume se mezclaba con el de las mandarinas, el praliné y hasta el olor a ungüento que salía de los vestuarios ubicados en el rincón sureste.
En el ingreso norte al primero de los dieciséis escalones (a metros de la entrada donde hoy están los vestuarios) una placa recuerda a la Comisión Directiva que en 1960 regía los destinos del Sportivo Pedal Club; a los hombres que impulsaron la tribuna más confortable construida en el San Rafael del sesquicentenario de la patria.
¡Felices 96 Sportivo Pedal Club!
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Por Roberto Bravo.
