La frase se popularizó en los noventa. Era la plañidera expresión de gobernadores e intendentes que no eran menemistas. La no pertenencia los desfavorecía en el reparto de fondos e, independientemente de las bondades de sus gestiones, no había extras para concretar la obra pública que materializa sueños y engrandece al interior.
La referencia histórica no quiere decir que “el apriete” financiero haya sido inventado por Carlos Menem. En rigor de verdad, siempre existió. Y, desafortunadamente, está vigente. Durante estos tiempos de gobierno de Néstor Kirchner y Cristina Fernández provincias “grandes” como Córdoba y Mendoza se han visto desfavorecidas. Lo distinto es que ambas han sido gobernadas por políticos “del mismo palo” (peronistas). En el caso de la Docta, los habitantes de la provincia mediterránea tuvieron que pagar por la falta de alineamiento de José Manuel De La Sota. En Mendoza, mientras Pérez fue “un soldado” de la causa, todo bien; cuando se le ocurrió disentir lo pagó (y pagamos) caro.
Los años de democracia obligan a madurar. El país somos todos.
Por Roberto Armando Bravo.
