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Nevada histórica

Hoy se cumplen 41 años de la precipitación nívea más grande que sufrió San Rafael.

El martes 5 de agosto de 1975, a media tarde, comenzaron a desplomarse copos de un tamaño considerable, al punto que, hacia la noche, ciudad y distritos lucían decorados con la pulcritud del blanco. El miércoles, continuó con la misma intensidad.

“Ya va a parar” pronosticaban los hombres de entonces para rematar con un “no puede ser que dure tanto”. Estimación fallida: el jueves tampoco cesó. Recién hacia las primeras horas del viernes 8 dejó de precipitar.

Por espacio de 72 horas todo se paralizó; los comercios e industrias permanecieron cerrados porque, con más de medio metro acumulado, se hizo imposible la circulación del autotransporte de pasajeros o cualquier tipo de rodado. También se suspendieron las clases.

La nevada tuvo efectos destructivos: además de casas de adobe crudo, cayeron techos planos, inclinados o parabólicos de decenas de galpones. Hubo derrumbes en la Concesionaria de Automóviles Carlos B. Izuel, la Fábrica Valle de Oro, muchos talleres metalúrgicos, algunas escuelas y hasta salones deportivos como el del Sportivo Pedal Club.

La nevada marcó un antes y un después, al punto que la Municipalidad de San Rafael implementó un nuevo código de edificación para que los techos de las construcciones pudieran soportar un peso mayor.

Pasaron cuatro décadas y, afortunadamente, un fenómeno tan devastador no volvió a repetirse. Claro que dejó un mensaje para todos los tiempos: la naturaleza no avisa.

Por Roberto Armando Bravo.

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