Retomamos la historia de aquel cumpleaños número 41 de Huracán (15 de noviembre de 1966) y los volantes prometedores.
En construcción obras emblemáticas (pileta, sede), por Pueblo Diamante comenzaron a soñar con la ampliación del estadio de fútbol. La idea no tuvo nada de casual: los dirigentes habían hecho una buena lectura de los anuncios del flamante Interventor de la A.F.A. (Valentín Suárez), relacionados con la participación de los clubes del interior en Primera División en torneos que se llamarían Nacionales.
Y se permitieron soñar pero con los pies en la tierra: había que trabajar (y mucho, muchísimo) para aumentar la capacidad del estadio.
Así, apuntaron a lo máximo: tribunas en los cuatro costados para convertirlo en el de mayor capacidad en San Rafael (En la provincia solo las tenía Andes Talleres).
En 1967 se terminó la platea y, por el desplazamiento del campo de juego (cincuenta metros al norte), la única tribuna quedó hacia el sur del sector oeste como está en el presente.
Hubo un paréntesis de un par de años porque todos los ingresos se volcaron a culminar la pileta de natación. Tras ello, se construyeron unos poquitos escalones en el este; comenzaba a tomar forma la futura tribuna Omar Rodríguez.
A casi ocho años de presentarlo en sociedad, el sueño se concretó en su totalidad: en 1974 Huracán estrenó su estadio de cuatro tribunas jugando por los puntos en un certamen de Primera División de la Asociación del Fútbol Argentino: el Torneo Nacional, otra gran historia de ensueño.
Por Roberto Armando Bravo.