Es y no es un adiós, porque quien vio o jugó fútbol en los sesenta no podrá olvidar a José Abba. Y tampoco las generaciones posteriores. Ya saben de él.
El Pepe fue uno de esos jugadores que uno siempre quisiera tener en su equipo, por su personalidad, temperamento y buen juego.
Y ascendiente sobre el resto, claro. Es que, en el fútbol como en la vida, fue un tipo humilde (pero con carácter) y respetuoso. Lo que se dice un tipo querible.
José Abba, fiel a aquellas épocas, jugó solo en el club del que se enamoró: el Sportivo Pedal Club. Además, defendió los colores de la Selección Sanrafaelina con el mismo fervor que la Tricolor.
Partió (y se ganó el cielo) uno de los grandes ídolos de Pedal. Uno de los grandes futbolistas que tuvimos la suerte que pisaran nuestras canchas. Un hombre respetado dentro y fuera de los campos de juego. Se fue como siempre quiso, acompañado de los suyos.
Nuestro sentido pésame para su esposa Juana Angélica Obholz, sus hijos Rodolfo, Fernando y Gabriel, y demás familiares y amigos.
Por Roberto Armando Bravo/Roberto Bravo.