Sí, ya lo sabemos; poco por festejar en cuanto al presente, a la realidad actual.
Pero ¿sabés por qué tenés que festejar? Porque exhibís una conducta humana de la que enorgullecerte. Eso, nada ni nadie lo podrá modificar; lo que lograste con tu esfuerzo y honestidad está. ¿Qué querías más? ¿Qué merecías más? Llegará esa oportunidad y entonces vas a poder, como antes.
El impensado y tormentoso presente invita a reflexionar. Entre empleadores y empleados hubo un reciproco amarretismo con agradecimientos, felicitaciones y reconocimientos.
Al igual que entre padres e hijos, esposos, hermanos, familiares y amigos faltaron palabras y gestos de cariño, de amor.
Vamos a salir. Dios lo va a querer. Y los unos y los otros tornemos con los corazones abiertos.
Por Roberto Armando Bravo/Roberto Bravo.