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“El último potrero del sur”, un escrito sobre don Villa

Palabras de Daniel Marín, desde Ourense (España).

Casa de Juan Carlos Villarroel, don Villa. Foto: gentileza de Daniel Marín.

Don Villa. Un personaje irrepetible, humanista del día a día, una especie de servicios sociales desde su canchita, ubicada en la calle Centro América esquina Independencia, era capaz de intuir las cualidades de un futuro genio del fútbol como las de un pibe con problemas familiares.

Las puertas de su casa estaban siempre abiertas para tomar unos mates con galletas, donde no faltaba nunca un buen consejo como “cuídese mucho y no te metas en problemas” o “alejate de las malas compañías”, y al salir siempre te daba algo de regalo.

Aún lo recuerdo circular por la avenida Mitre con su inmensa bicicleta negra de reparto, con las bolsas de arpillera llenas de camisetas de los más diversos equipos; a su lado siempre había un grupito de niños, con él todos éramos muy válidos.

En el estadio del Club Huracán, su lugar era siempre en el medio de la hinchada, parado todo el partido e inclinado sobre el alambrado y de vez en cuando gritaba “negrito cambiala” y se daba la vuelta cuando los pibes de la hinchada cantaban “olé, olé, olé, Tranco, Tranco”. Era un hombre con un magnetismo único.

Yo fui unos de los chicos que pasaron por su canchita; no tenía cualidades para ser un crack del fútbol, era de los que tenían problemas, él siempre buscaba la manera de que uno se sintiera cómodo.

Cada vez que volvía a San Rafael lo pasaba a saludar, pero esta vez aun sabiendo que don Villa no estaba, me pasé igual por su casa como cuando era un niño y sentí lo inevitable, una sensación de ausencia y de tristeza enorme.

Aquel chico ya creció: ahora tengo casi 40 años, he formado una familia y soy feliz. Ahora reflexiono sobre la importancia de personas como don Villa que, desinteresadamente, hizo esta gran labor social tan importante, cubriendo ese vacío que las administraciones deberían hacer como norma principal en un país desarrollado.

Agradecemos a Daniel Marín e invitamos a visitar su blog.

Por Roberto Bravo.

5 Comments

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  1. Mis tres hijos jugaron con el tranco en Don Bosco y decís los camiseta que no brillan para acá y los pelados para allá pasaba por mi casa y le decía a mi señora como se portaron en la escuela el domingo con los corazones de globito a la cancha .cuando íbamos a jugar a fuera de la provincia los colectivos salia de la casa del tranco .y dejo un hijo de corazón al Ismael González .el tranco no murió

  2. El tan querido tranco león amigo de mi viejo tengo 52 y me acuerdo de esa cancha vivía a 50 metros de ahí esperábamos ir a sacar las piedras y regar la cancha para jugar después me hice más grande y ya me fui a don Río otro personaje de pueblo diamante unos genios

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