Desde 1995, cuando comenzaron a disputarse los torneos Argentino, Huracán cumplió actuaciones tan convincentes que siempre disputó las rondas finales.
Pero 1998 comenzó con una preocupación: no estaban Miguel Ángel Godoy (transferido a Chile) ni el Chino Vargas que volvió a Godoy Cruz y el Globo se quedó sin conductor. El panorama era complejo por la escasez de los denominados armadores.
Acierto Turco
Ante tamaño desafío, Jorge Julio cambió la bocha “¿No tenemos un creativo?”, vamos a compensar con dos carrileros, habrá pensado. Así, con Martín Navarrete de ocho y Marcos Zazhú de diez logró una dinámica impensada, excepto para él. Un poco más adelante ubicó a dos jugadores muy claros en la generación: Potente Moyano y Waldo Melzi, mientras la ofensiva propiamente dicha (goles) fue responsabilidad de Carocito Ureta.
Y fue un acierto. En el arranque del certamen tuvo una racha impresionante de victorias: seis al hilo, incluida la del 4-0 en Córdoba ante General Paz Juniors. En total estuvo invicto durante siete cotejos.
A tal punto fue bueno lo del Globo que por primera (y única) vez llegó a disputar una de las semifinales para acceder al Nacional «B».
Cuando un escalón es alto
Frente a Chaco For Ever (en Instituto de Córdoba) quedó evidenciada la llamada diferencia de categoría. En el primer tiempo Huracán tuvo la pelota, prevaleció en el juego pero (pese a ir en ganancia) lo perdió 3-2.
En el complemento el Azuloro no tuvo altura, chocó contra un equipo muy bien parado que redondeó la goleada (5-2) con solo un par de contragolpes sobre el final.
La reválida se definió en favor de los de Resistencia. Pura lógica.
Por Roberto Armando Bravo.
