Cuando se indaga por la convivencia de actividades productivas consideradas por muchos antagónicas, se encuentra, por ejemplo, con lugares en el mundo donde muy cerca de plantaciones agrícolas hay explotaciones mineras; El “cómo” es un interrogante obvio.
Uno imagina que cerca no hay ríos, lagos o arroyos ni nada por donde corra agua, lo cual es imposible: ambas actividades demandan mucha agua y, necesariamente, deben estar relativamente cerca de los cauces.
Esta situación provoca temores fundados: en la provincia de Mendoza los centros posibles para el desarrollo minero están próximos a los cauces.
Como agravante, cada tanto se produce un “accidente”, como el derrame de cianuro en la mina de oro Veladero, que agita los fantasmas.
Definitivamente, la convivencia (al menos aquí) parece imposible.
Por Roberto Armando Bravo.