Cuando pasábamos al frente (después de recorrer algunos metros con las piernas temblorosas y las manos sudorosas) comenzábamos a desarrollar el ejercicio matemático.
Muchas veces no le encontrábamos la vuelta. Entonces, aquellos maestros y profesores sabios sugerían dar un paso atrás para tener una visión más amplia, un panorama esclarecedor. Y, si en realidad se había estudiado, el problema se resolvía. ¡Uf!
De tomar distancia se trata.
Cuando no se puede desenredar el nudo, cuando todo parece oscuro, cuando son necesarias respuestas correctas para resolver la complejidad de las cosas, un paso atrás es uno adelante. Es válido para lo individual y lo colectivo.
Por Roberto Armando Bravo.