En el 2013, y por la ley nacional 26.870/13, el PEN dispuso que el vino fuere declarado “bebida nacional”. Luego, y en consonancia con tal determinación, el mismo gobierno lo excluyó de distintos gravámenes internos. Para los mendocinos en general, y viñateros y bodegueros en particular, hasta ahí todo bien. Muy bien.
El que parece que no se enteró fue el diputado Mauricio Gómez Bull (FPV) que, hacia fines de 2015, presentó un proyecto para modificar la ley del deporte, consistente en crear una “Asignación Universal por hijo en el deporte”.
¿De dónde saldría la plata? entre otros gravámenes, de uno que se aplicaría al vino y que representaría un aporte de unos 600 millones de pesos del sector.
Afortunadamente, en una de las comisiones de la cámara baja nacional, recordaron lo de “bebida nacional” y decidieron que los fondos salieran del rubro “rentas generales”.
Las preguntas de entonces y de ahora son: ¿Los que llegan al parlamento nacional conocen las distintas realidades de Argentina? ¿Se priorizan preparación y estudios o solo habilidad política?¿Por qué el ingreso es irrestricto?
Un ámbito tan importante, como que es uno de los poderes constitucionales, debe encontrar el modo de evaluar. Lo de “los eligió el pueblo” suena a mera excusa, a justificación.
Por Roberto Armando Bravo.